La Santa Muerte en México

La adoración a la «Santa Muerte» como la conocemos actualmente comienza en la década de los cincuentas en la Ciudad de México a través de estampas con la imagen de la «Santa» que se comercializaban en el mercado de Sonora del centro de la capital. El fenómeno giraba en torno o, mejor dicho, lo constituían las personas que se encontraban más cercanas a la muerte o que estaban en constante roce con ella, como policías, sexoservidoras, basureros y criminales, entre otros. A la imagen se le construía un altar con flores, una veladora y un vaso con agua, y se le rezaba con cualquier oración católica.

A lo largo de los años se genera una sensación cada vez más grande de vulnerabilidad en la sociedad mexicana, que parte de una gran inseguridad pública en general, esto sucede a la par de un declive de fé o confianza en la religión católica, o más evidentemente en los Santos o figuras católicas a las que se acostumbraba rezar, por lo que adquiere con el tiempo más fuerza y demanda la adoración a la «Niña Blanca.»

Esta demanda creciente aunada al ingenio de los vendedores del mercado de Sonora tuvo como consecuencia que la figura y culto en sí se convirtiera en el artículo «esotérico» principal de consumo en el mercado a través de diversos artículos que van desde escapularios y rosarios hasta veladoras con oraciones para pedirle favores materiales.

A partir que el culto se empezó a difundir, la gente empezó a especular sobre el origen y la relación del culto con lo mundano y satánico. Especialmente dentro de esta cultura, donde la gente es tan devota a la religión católica, hay personas que le temen a lo desconocido. Es difícil manejar un tema que pocas personas conocen con exactitud y donde los medios pueden jugar un papel muy importante en las mentes de las personas. Hasta ahora ha habido películas mostrando un lado de este rito, pero se podría decir que no exactamente tienen las fuentes necesarias como para mostrar a la gente la verdadera esencia de este culto, su origen y sus seguidores.

Para realmente poder entender este fenómeno religioso, tenemos que entender de donde viene y hacia donde va. Siendo todavía un culto que la iglesia católica no acepta, la cual la toma como un culto de ocultismo o satánico, los fieles no parece importarles esta postura ya que en la cuidad de México existen ya mas de 20 altares ubicados principalmente en las colonias Morelos y Tepito.

Irónicamente uno de los altares más concurridos de la cuidad, se encuentra a las afueras de la parroquia de la Misericordia donde cientos de personas transcurren el lugar semanalmente, para llevarle a su «santa señora» también apodada la santa niña, regalos ya sea para pedirle un milagro o para agradecerle uno.

Es interesante ver que existe un interés de parte de la prensa extranjera en este tema, pues este tipo de fenómenos no son comunes dentro de una sociedad con una religión tan arraigada como lo es la católica. Aun en fuentes muy importantes norteamericanas como lo es la revista TIME se han publicado foto ensayos.Santa Muerte – Photo Essays – TIME .

Es curioso que se perciba un interés mas fuerte por este tema desconocido de los extranjeros que de los mismos medios de comunicación mexicanos. Ya sea que no estén dispuestos a enfrentar la presión de la iglesia que aun se vive en el siglo XXI, o quizá de plano no se les haga bastante interesante ocupar sus periódicos, valiosos minutos en televisión, ni cualquier otro medio que para ellos represente un ingreso.

La devoción a la «Santa» se ve principalmente dentro de aquellos grupos sociales, que han sido marginados o expuestos al sufrimiento que conlleva la sociedad hoy en día. Estos grupos que viven expuestos al peligro, como lo son criminales, transexuales, drogadictos y gente que vive al filo del peligro, y que dentro de sus plegarias se encuentra la protección pero también la suplica de no sufrir la misma suerte en su próxima vida.

Esto lo podemos observar por ejemplo en el «Reclusorio Norte.» En el que hay un auge que se expresa a través de altares y tatuajes. Los reclusos la ven como su protectora, llamándola «La Jefa o La Madrina». «La creencia común de los internos es que si la «Guadalupana» no les hizo el milagro de una vida mejor, su devoción por la «Santa Muerte» les ayudara por lo menos a que no sea peor».

El culto a la santa en este sentido tiene un tinte peculiar, ya que al ser la santa de los desesperados rompe con muchas exclusiones de la iglesia católica, el Santuario Nacional de la «Santa Muerte» que encabeza el sacerdote David Romo Guillén por ejemplo acepta en su congregación a trasvestis y homosexuales en general, rompe con el mito de la virginidad, promueve al uso del condón tanto femenino como masculino, y acepta el aborto entre otras cosas que dan entrada a la realidad que la gente está viviendo hoy en día, a diferencia de la estructura cerrada de la iglesia tradicional.

La adoración a la «Santa Muerte» se ha convertido en parte de la religión mexicana y de su cultura, por lo que es importante que nosotros como mexicanos la entendamos y no la juzguemos a simple vista, ya que este grupo de gente solo busca ser escuchada al igula que cuando rezan a santos entre otras imágenes.

Conceptualicemos entonces a la «Santa Muerte» como un hecho histórico que se ha adecuado a una necesidad social actual. Un mito según el Dr. Alfredo López Austin es dinámico, es una aglomeración de pensamientos que nos permiten entender o crear una cosmología, la de nuestra realidad, que continuamente se actualiza o adapta a las necesidades cotidianas de aquellos que le llama los usuarios del mito.

Acerca de la plurifuncionalidad de la Santísima, Homero Aridjis destaca que en su novela se propuso evidenciar los dos Méxicos que concurren ante ella: «El de la gente que pide favores o milagros para tener trabajo, salud o comida, y el de los hombres del poder económico, político o criminal, quienes curiosamente le solicitan venganzas o muertes».

Es ahí donde resulta interesante para quien de verdad es este ritual, y a donde van dirigidas estas plegarias. Es acaso un escape para aquellos que no pueden pararse dentro de una iglesia y de verdad hacer saber sus verdaderas intenciones, la muerte de alguien que significa un obstáculo para sus intereses económicos, o la venganza de alguna persona que se interpuso en sus planes, la incógnita permanece pero no el sentir que este «nuevo» ritual podría tener varias vertientes y un trasfondo que parece ir más allá que una simple plegaria por una vida mejor.

 

Como una voz que comenzó siendo apenas un murmullo y que creció hasta adquirir una resonancia imposible de ignorar, así el fenómeno de veneración a la Santa Muerte crece y se difunde por México. Recorriendo los barrios donde se hace más notorio la adoración a esta imagen, se siente un ambiente de respeto hacia la que llaman su «Señora», y siendo estas colonias con un índice más alto de crímenes que cualquier otra colonia en la cuidad de México, los altares llenos de ropa, comida, cigarros y hasta joyas son respetados en su totalidad, ya que los fieles creen en el poder que tiene la «Santa Muerte» para aquellos que tratan de burlarla.

El fenómeno de la Santa Muerte es el encuentro entre la religiosidad mexicana y la tan cercana y familiar figura de la muerte. Dicho fenómeno cuenta la historia de un México que ha perdido la «confianza» en sus santos tradicionales y ha encontrado en su propia cultura una figura con la que se puede sentir identificado, porque la conoce desde hace tiempo. Sin embargo el mexicano solamente conoce una forma de rezar, de pedir; y es la que la Iglesia Católica le ha enseñado; por lo que resulta comprensible que de ella se desprendan ciertos elementos que componen el rito de adoración a la Santa Muerte o Niña Blanca, como algunos cariñosamente le llaman. Aunque cabe destacar que como en cualquier otro fenómeno emergente, existen diferentes corrientes e ideas en cuanto al mito de la Santa Muerte y sus ritos.

«Morir, sólo es morir. Morir, se acaba…» Así describe el muy recordado escritor José Luis Martín Descalzo a la muerte. Y más que un estilo poético, recalca una verdad de fe.

Concluyo que así como el nacer es inicia el ciclo de la vida, así la muerte lo concluye, y forma parte de la vida diaria de los que vivimos en este mundo. Como celebramos un nacimiento deberíamos igual no de la misma manera pero con ese gozo por el cumplimiento de un ciclo de vida, celebrar la muerte. No estoy diciendo que se tenga que personificar en una estatua de metal o rindiéndole culto más no crea que posea en si una forma humana o material. Más respeto a quienes son participes de este culto a la «Santa Muerte». Siendo un medio en el que nos gusta permanecer informados es así que los medios de comunicación debemos hacer una labor mas fuerte por hacer nuestro trabajo que es el de verdaderamente informar de lo que sucede en las calles de nuestra ciudad, y no esconder los fenómenos sociales que surgen por causa de ser una comunidad en continuo desarrollo y en una constante búsqueda por resolver los misterios de la vida y de la muerte.